Transmitir pasión y gusto por las tareas que uno realiza es un complejo desafío. Con sus respuestas, Santiago Matalonga, logra hacerlo. De 30 años de edad es graduado de Ingeniería en Sistemas y posee un Doctorado en Software y Sistemas (organizado conjuntamente por la Universidad Politécnica de Madrid y la Universidad ORT Uruguay). Además, dicta clase desde hace siete años en la Facultad de Ingeniería. “Dar clase te desafía a mantenerte actualizado. He aprendido a identificar que cada año los grupos son distintos y, por lo tanto, debo adaptarme a ellos”. Santiago es cofundador del Centro de Innovación e Investigación en Ingeniería de Software (CI3S) de la facultad.
- ¿Cómo evaluás la experiencia de haber realizado el Doctorado en Software y Sistemas?
- Fue una experiencia de crecimiento personal. Durante cinco años tuve estancias en el exterior y me contacté con personas cuyos nombres conocía de libros y a quienes encontré sumamente abiertos a discutir sus ideas. Valoro mucho la relación que construimos con mi tutor Tomás San Feliu, quien vino de visita en varias oportunidades a la Facultad de Ingeniería.
Aprendí, sobre todo, de disciplina y de organización. Hice cuatro de esos cinco años trabajando 40 horas a la semana a lo cual se sumaban las horas de estudio. Leí de software, de economía, de recursos humanos y de psicología.
- ¿Cuál es el momento que más recordás de ese camino que te llevó a doctorarte?
- Ahora lo más fresco es la defensa de la tesis doctoral. Fueron 45 minutos de presentación y hora y pico de interacción con el tribunal. Realmente lo disfruté mucho como culminación de los estudios.
Sin embargo, siempre comento sobre la primera conferencia a la que asistí como expositor. Mi primer artículo publicado fue en el Europe SEPG del 2008. Los SEPG son las principales conferencias en el mundo CMMI, asisten autores del modelo y la comunidad de usuarios. Me sentía como jugando en primera sin mucha preparación. Sin embargo, recibí un muy buen feedback, me encontré con un entorno muy abierto a la discusión lo cual fue realmente muy enriquecedor. De hecho a esa altura estábamos buscando con mi tutor cómo cerrar el modelo de mi tesis, y fue uno de los autores del área de métricas de CMMI –Dennis Goldenson– quien nos sugirió por dónde buscar.
- ¿Qué significa ejercer la docencia?
- La docencia es una actividad que me gusta y disfruto mucho. He aprendido a identificar que cada año los grupos son distintos y, por lo tanto, debo adaptarme a ellos. Dictar clases te desafía a mantenerte actualizado. Me encanta también cuando los alumnos traen nuevas maneras de ver temas que, con la repetición de los semestres, empiezan a resultar familiares.
- ¿Cómo te relacionás con los jóvenes estudiantes teniendo en cuenta tus 30 años de edad?
- No sé, quizás es mejor hacerle esta pregunta a ellos. Doy clase en la universidad desde hace siete años. En realidad, al principio tuve alumnos mayores que yo. Ahora siento que “estoy viejo” y los alumnos siguen teniendo 18. Hablando en serio, intento contagiar el gusto por lo que hago. Mantener la clase abierta, pero formal y transmitir que estoy disponible en (casi) todo momento.
- ¿Cuál es tu rol en la Facultad de Ingeniería?
- Trabajo como investigador junto a Gastón Mousques, Martín Solari y Gerardo Maturro en el CI3S. Mi línea de investigación es la mejora de proceso de software. En especial me interesan las técnicas y estrategias de Retorno de Inversión (ROI) en Ingeniería de Software. Tiendo a explicarlo así. Si tengo 100 dólares para invertir, ¿con que técnicas cuento para comparar la inversión en mejoras (procesos, herramientas, entre otros) con otras inversiones tradicionales?
Además, dicto Ingeniería de Software 1 en Ingeniería en Sistemas y Licenciatura en Sistemas, y algunas materias electivas que están más relacionadas con mi investigación como Prácticas de Mejora en Ingeniería de Software y Gestión Cuantitativa de procesos que presenta una versión estadística y agnóstica de la mejora de procesos. En 2011, como resultado del trabajo que realizamos en metodologías ágiles, armamos junto a Mousques una materia de Agilidad de Software que tuvo muy buena recepción con los estudiantes y que vamos a repetir en el segundo semestre de este año.
- ¿Qué proyectos académico-laborales tenés para 2012?
- Quiero seguir desarrollando estas líneas de investigación. En 2011 puse mucho más foco en la investigación en metodologías ágiles. Por ejemplo, estoy trabajando con un alumno del Master en Ingeniería por Investigación en un modelo económico para medir la deuda técnica en arquitecturas de software.
Mantengo la vinculación con mi tutor en la Politécnica de Madrid en nuestra línea principal de ROI en capacitación. Hemos presentado un proyecto para conseguir líneas de financiamiento para continuar nuestra relación luego del doctorado.
Asimismo, el año pasado trabajé con la industria en un proyecto de transferencia muy interesante con LSQA ( asociación del Laboratorio Tecnológico del Uruguay y Quality Austria). Lo que comenzó como una reedición de mi tesis doctoral en el mundo (de certificación) ISO se convirtió en una aplicación de ROI con metodologías ágiles. Algunos proyectos finales de ORTSF (ORT Software Factory) me ayudaron con la validación de esta iniciativa.
Con respecto al CI3S queremos hacer investigación aplicada en la industria uruguaya del software. Tuvimos un proyecto con una empresa el año pasado y estamos iniciando contacto este año. Nuestra intención es alinear nuestros temas de investigación a problemas que le sean tangibles a nuestra industria.
- ¿Qué te dejó -tanto en lo profesional como en lo vivencial- la carrera Ingeniería en Sistemas?
- Disfruté mucho los años de universidad. Tuvimos un muy buen grupo con el que fuimos cursando juntos los cinco años. Ahora, al pasar las generaciones, veo cómo eso nos fue potenciando durante la carrera. Creo que muchos de nosotros, en un momento u otro, trabajamos en alguna de las cátedras de la universidad.
- ¿Qué fue lo más importante que aprendiste?
- Aprendí a aprender y a mantenerme actualizado. El mundo en que vivimos, y el mundo del software en particular, son un entorno de alta volatilidad y tecnologías cambiantes. Para cualquiera de las tecnologías es necesario mantenerse actualizado. Por suerte disfruto leer y experimentar con nuevas tecnologías.
- ¿De qué trató tu proyecto final?
- Tuve la suerte que a la universidad le surgió un proyecto dentro del programa ALFA de la Unión Europea entre los años 2002 y 2003. Seleccionaron cuatro alumnos, dos de Ingeniería en Sistemas (uno de ellos era yo) y dos de la Licenciatura en Sistemas para integrar el proyecto junto con otros cuatro estudiantes de Suecia. El proyecto consistió en seis meses de investigación en Suecia, en la Universidad de Jönköping, y seis meses en ORT.
Fue una experiencia que me abrió la cabeza y cambio mi visión del mundo. ¿De qué trato el proyecto? Al final fue lo menos importante; hicimos una plataforma online de gestión de proyectos. Ninguno de los ocho tuvo la visión de continuarla. Con el diario del lunes veo como podríamos haberlo desarrollado con un modelo open source (código abierto) como hay muchas otras plataformas hoy en día.
- Asimismo integraste el plantel de futsal de la univesidad. ¿Recordás alguna anécdota ocurrida durante los partidos?
- Jugué ocho años en el plantel de futsal de ORT. El año pasado (2011) decidí dejar de jugar —aunque ya mis minutos estaban muy reducidos y hay quienes dicen que la decisión la podía haber tomado antes—. De todas maneras el técnico me deja ir a entrenar con ellos cuando encuentro el tiempo.
Anécdotas tengo muchas, aunque quizás lo más destacable fueron los tres años que fui a competir a Brasil por la universidad. Desde 2003 la Universidad ORT participa de la Copa UNISINOS (al norte de Porto Alegre), el mayor torneo universitario del sur de Brasil con más de 1.500 atletas que compiten en cada edición.
El primer año en que viajamos fuimos con la consigna de no perder por más de diez goles. La experiencia de otras universidades de Uruguay nos decían que era un objetivo razonable. Perdimos los tres partidos que jugamos pero conseguimos el objetivo de hacer goles (yo convertí uno). Ese primer año fuimos a descubrir y aprendimos mucho de cómo realmente se jugaba al futsal. Recuerdo especialmente un partido en el cual los integrantes de una universidad brasileña tenían nuestra bandera e hinchaban por nosotros.
- ¿Se pueden comparar algunas vivencias de la cancha con las del salón de clases?
- El deporte es parte importante en mi vida y me es difícil separarlo de ella. Uso muchos ejemplos deportivos para ejemplificar conceptos.
- ¿Tiene alguna similitud el equipo deportivo con los equipos que se forman en clases para realizar obligatorios o proyectos?
- Watts Humphrey decía que cualquier software que se precie de ser construido necesariamente será hecho por equipos. Un equipo amateur como el nuestro se junta a practicar entre cuatro y seis horas por semana más los partidos que disputa y algunas otras actividades que surgen. Con ese esfuerzo uno tiende a conocer y anticipar los movimientos de su compañero. Un equipo de desarrollo de software trabaja cerca de 40 horas por semana. Debiera entonces trabajarse aún más. En mi experiencia he visto muy pocos equipos (me viene a la cabeza uno) que se muevan con la misma dinámica que los deportivos.
Creo que se para lograrlo se necesita un esfuerzo sostenido y un entorno organizacional que lo propicie. Humphrey toma esta visión para su Team Software Process. Las metodologías ágiles en especial Scrum o Crystal también toman mucho esta analogía. Yo creo que este es el camino a la alta performance; en una de mis materias, Prácticas de Mejora en Ingeniería, intento transmitir esta visión y enfrentar a los alumnos a los desafíos del trabajo en equipo.
Entrevista publicada en marzo de 2012