"Concebimos la carrera como una Ingeniería Eléctrica tradicional pero también enfocada en los tiempos que vivimos, que incluyen otras formas de generar energía. Esto no solo cambia la tecnología sino también los aspectos económicos y regulatorios", plantea el coordinador académico, Ing. Guillermo Langwagen.
Basta con salir unos kilómetros de Montevideo y observar el paisaje: ya son casi 500 molinos de viento que, agrupados en más de 20 parques eólicos, poblaron el campo uruguayo para marcar un hito: en Uruguay hay nuevas formas de generar energía.
Gracias a ellos, actualmente el país presenta una fuerte penetración en energías renovables no convencionales, y es tomado como ejemplo para el desarrollo de este tipo de energía a nivel internacional. Según trabajos realizados por el Estudio Posadas, Posadas & Vecino, el 22% de la electricidad del país es generada a partir del viento, y en 2015, por primera vez, la electricidad de origen eólico superó a la producida a partir de combustibles fósiles.
Pero además de la energía eólica, también han crecido otras fuentes renovables, como la solar, cuyo impulso se traduce en la presencia cada vez más habitual de paneles solares en los techos de viviendas y empresas. Los números totales son elocuentes: en 2015, las energías renovables tuvieron una participación en la matriz energética nacional del 56,5%. Y todo esto pasó en menos de diez años.
“Hoy existe cada vez más conciencia de que se debe usar la energía de manera prudente y que hay que tratar de generarla con recursos que se puedan reutilizar, como el sol y el viento”, destaca el Ing. Langwagen.