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Educar más allá de los conocimientos científicos

15/08/2013
La Academia Nacional de Ingeniería organizó la Mesa redonda "Educación integral en Ingeniería”, que tuvo lugar el 28 de agosto de 2013 en la Facultad de Ingeniería. Expusieron el Dr. Ing. Agr. Fernando García Préchac, Decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República (Udelar), el Dr. Ing. Héctor Cancela, Decano de la Facultad de Ingeniería de la Udelar, el Dr. Ing. Claudio Ruibal, Decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Montevideo, el Ing. Mario Fernández Citera, Decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad ORT Uruguay, y el Dr. Ing. Jorge Grünberg, Rector de la Universidad ORT Uruguay. Actuó como moderador el Ing. Julio Fernández Odella, Decano de Desarrollo Académico.

El Ing. Agr. Préchac brindó la primera exposición: “La enseñanza superior agraria a futuro: ¿cuál será la ubicación de la Ingeniería Agronómica?”. Afirmó que “va a crecer aún más el mundo en desarrollo, sobre todo en Asia y Medio Oriente. Ya hoy China es nuestro principal comprador de carnes y de granos”. Señaló además, en base a estudios de la Udelar, el crecimiento del sector agrario en los próximos 50 años “en base a nuestra principal actividad: la producción de alimentos”.

Destacó la necesidad de personas capacitadas en el sector agropecuario y agroindustrial debido a que hay mayor cantidad y diversidad de producción, y más integración de las cadenas de producción y de valor. Crecen además las industrias de transporte, almacenamiento y transformación, las actividades de agronegocios (ventas de productos) y las nuevas tecnologías.

Préchac expuso el caso de la soja, el cual es “el cultivo que hoy más plantamos, más producimos pero que menos sabemos. Su rendimiento en Uruguay es la vergüenza de la región ya que está un tercio por debajo del resto de los países (de la zona)”, afirmó. Por tanto, agregó que la universidad como institución debe hacer hincapié en la investigación nacional y en resolver problemas del país. Expuso un ejemplo contradictorio: “Tenemos buenos rendimientos de trigo y no tanto de soja. Pero voy hoy a la biblioteca de la Facultad (de Agronomía de la Udelar) y me encuentro con 78 tesis sobre soja y más de 170 sobre trigo”.

Los jóvenes del país están interesados en la formación vinculada al agro porque “hay una floreciente actividad”. Es necesario desarrollar carreras vinculadas a este sector “para volcar una gran cantidad de jóvenes a trayectos más cortos con oportunidades de trabajo más rápido pero con un sistema que les permita, siempre que quieran, continuar estudiando”, indicó.

Por tanto, hay que redefinir las carreras e instituciones vinculadas a este sector. Afirmó que “desde el año 2006-2007 hemos estado planteando el Sistema Nacional de Enseñanza Terciaria y Superior Agraria. Tiene como fundamento que la formación superior agraria del futuro no puede seguir teniendo las mismas respuestas que dio Eduardo Acevedo a principios del siglo XX”.

El Ing. Héctor Cancela, Decano de la Facultad de Ingeniería de la Udelar, coincidió con Préchac en que la apuesta a la formación de los profesionales en el país es indispensable. “En ese sentido, la educación en ingeniería nos preocupa a todos y queremos contribuir en este camino”, afirmó.

“La integralidad de funciones: enseñanza, investigación y extensión, y su impacto en la educación en Ingeniería” fue el nombre de su exposición en la que planteó la misión de las universidades en las sociedades humanas. “La evolución de la humanidad ha demostrado que las culturas que logran desarrollar conocimiento crecen más rápido. Ganan una ventaja competitiva”, dijo. Por tanto, las universidades han sido las formas para expandir el conocimiento a través de la formación y la investigación.

Las tres funciones clásicas son la enseñanza, la investigación y la extensión. Esta última implica no solo interacción del conocimiento con el medio, sino la generación conjunta de trabajo con distintos actores sociales.

“El desafío es cómo lograr una universidad en las que estén las tres funciones integradas”, planteó. Las formas de lograrlo son por medio de cursos prácticos, talleres, proyectos de investigación estudiantil, convenios y espacios de formación integral, entre otros. De esa forma, los estudiantes tienen la posibilidad de entender “cómo lo que hacen afecta al mundo real y pueden mejorar las condiciones de trabajo”.

“Tenemos que tener una enseñanza cada vez más activa, basada en proyectos y equipos de trabajo, necesitamos núcleos de docentes de alta dedicación, que estén comprometidos con iniciativas, espacios físicos y equipamientos adecuados (…) Es el camino en el que estamos”, concluyó.

Por otra parte, el Ing. Claudio Ruibal, Decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Montevideo, expuso las habilidades blandas de los ingenieros durante su charla: “La importancia de las llamadas ‘soft skills’ en la formación de ingenieros”.

Las habilidades blandas (o soft skills) “se adquieren más por la vía del ejemplo que del estudio”, afirmó. Por tanto, el rol del docente es clave. Sostuvo que es evidente que toda persona debe tener honradez, flexibilidad, trabajar en equipo, lograr una adecuada capacidad de comunicación y liderazgo; pero él expuso las que pueden ser no tan evidentes para los ingenieros.

Enumeró las habilidades blandas que no son tan evidentes pero que se deben incentivar en todo ingeniero: celebrar la última piedra y no la primera, aceptar riesgos (ver en cada problema una oportunidad), tener metas altas, percibir los estados de ánimos y contar con ellos, ser consciente del valor del tiempo y el sentido de urgencia, no tener miedo de errar y fracasar, ser audaz, y tener humildad, decisión y tenacidad.

Por su parte, el Ing. Mario Fernández Citera, Decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad ORT Uruguay, brindó la exposición “Habilidades de innovación y emprendedorismo en la formación de los ingenieros”. “El desafío de formar un ingeniero hoy en día es bastante más complejo que hace 20 ó 30 años atrás”, afirmó.

Fernández planteó que en la década del 70’ la preocupación de la educación inicial de los ingenieros se centraba en resolver problemas, en la década del 80’ en definir las variables para resolverlos porque se dieron cuenta que no siempre estaban definidos. Pero en la década del 90’ esas habilidades ya no alcanzaban y entonces era necesario que un ingeniero generara además innovaciones.

Aclaró que si bien hay varias definiciones, desde su punto de vista la palabra invención implica todo cambio en el sistema de conocimiento, innovación como algo susceptible de ser consumido y emprendimiento como acción que termina un proyecto tangible. “Un emprendimiento requiere de innovación”.

Expuso el ejemplo del CIE (Centro de Innovación y Emprendimientos) de la universidad donde trabajan las competencias emprendedoras de los graduados, las que clasificó en genéricas, aptitudinales y actitudinales.

Las genéricas se enfocan en conocer el proyecto personal, manejar las redes interpersonales, sobre todo captar recursos y gestionar el riesgo, entre otras. Las aptitudinales se refieren a “saber de economía y cuál es el valor del dinero, que vale distinto al tiempo”. Conocer además los aspectos económicos de la globalización, los planes de negocios y el marketing tecnológico. Mientras que en las actitudinales hay una etapa de búsqueda y otra de ejecución. En la primera fase recordó que “innovar implica necesariamente satisfacer necesidades”, aplicar a éstas los conocimientos de científicos y tecnológicos. Concluyó que en el proceso de ejecución se debe trabajar la adaptación al riesgo como desafío, la adaptabilidad, autocrítica y liderazgo, resistencia a la frustración y “la obsesión por la calidad y la usabilidad pero siempre con foco en escuchar al cliente”.

“Mi objetivo hoy es compartir mi preocupación sobre las deficiencias que existen en la formación ética de los ingenieros” comenzó el Dr. Ing. Jorge Grünberg, Rector de la Universidad ORT Uruguay, su exposición “Desafíos éticos en la formación de ingenieros. Algunas reflexiones sobre lecciones morales del Holocausto”.

“La mayoría de los ingenieros se gradúan habiendo estudiado poco o nada de contenidos éticos” afirmó. Contó que miró los planes de estudio de las carreras de Ingeniería de las facultades en Uruguay y “seguimos con esta norma”. A lo sumo encontró un curso en cada facultad.

Una de las justificaciones más citadas por los ingenieros para llevar a cabo este tipo de formación es la falta de tiempo disponible, ya que las materias duras ocupan mucho espacio en los programas. Los docentes además argumentan que no se sienten capacitados para enseñar conocimientos éticos.

Otra explicación que expuso Grünberg fue “ese espíritu que tenemos los ingenieros de resolver a toda costa. Hay un problema, hay que resolverlo, para eso me entrenaron y me pagan, eso esperan de mí. Esa motivación es tan predominante que los estudiantes tienen una cierta indiferencia a los análisis éticos, que piensan que en la vida profesional no los van a valorar”, sostuvo. Además dijo notar en los estudiantes la convicción de que la tecnología es una fuente para el bien o que es neutral.

Entonces se preguntó cómo es posible incorporar estos contenidos en la enseñanza de los ingenieros, señalando que es difícil de responder y que no hay respuestas únicas. Pero sí reconoció que existe una “ética de lo no enseñado”.

Es trascendente “porque hay que reconocer que la tecnificación es cada vez más central en el mundo y que entonces los que la manejan tengan un anclaje ético fuerte”.

Hay un lado oscuro de la tecnología. Planteó que Internet permite acceder a direcciones académicas, por ejemplo, “pero al mismo tiempo es una plataforma para la difusión de racismo, pornografía, cibercrimen, ciberbullying”.

“Las invenciones no pueden ser ‘desinventadas’”, afirmó. Contó que en una oportunidad viajó a los campos de concentración de Auschwitz desde Varsovia en tren. Más allá de la impresión inicial comenzó a ver con “ojos de ingeniero” y pensó “acá hay una instalación industrial y requiere mucha ingeniería”.

La idea es formar ingenieros técnicamente competentes, pero sensibles en su conducta ética y que sean conscientes de la responsabilidad moral de sus creaciones. Concluyó que “cuando nuestros alumnos comprendan y acepten que una falla ética es una falla de ingeniería de la misma manera que un cálculo errado, habremos iniciado el camino correcto”.

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