Surge como una alternativa inocua a los productos químicos que se utilizan hoy y generan efectos colaterales no solo en el ambiente, sino también en los propios animales —lo que afecta en la calidad de la carne y la leche—.
Las garrapatas están conquistando cada vez más terreno en el campo uruguayo y en mayores cantidades. Ante la necesidad de frenar el sostenido avance del parásito, el laboratorio veterinario La Buena Estrella tocó a la puerta de la Universidad ORT Uruguay, en 2017, para conseguir un socio que lo acompañara en la búsqueda de una herramienta inocua (con los animales y el ambiente) y eficaz en la lucha contra las garrapatas en el ganado.
Por aquel entonces, el Centro Biotecnológico de Investigación e Innovación (CBI+I) recién se había instalado en la universidad y estaba dando sus primeros pasos, pero de inmediato Carlos Sanguinetti y Lorena Betancor (a cargo del centro y del Departamento de Biotecnología de ORT) se plantearon como desafío dar con una solución al problema que había traído La Buena Estrella: desarrollar una herramienta de control biológico contra la garrapata en el sector agropecuario.
Hasta el momento solo se contaba con productos químicos capaces de combatir al parásito, sin embargo, mostraban varias limitantes, según Paola Bianchi, gerente general de la empresa: con el tiempo las garrapatas generan resistencia a esos químicos. "Por otra parte, las tendencias internacionales apuntan a productos finales (carne y leche) de tipo orgánico, por lo que se hace un gran hincapié en la inocuidad", indica la gerente.
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La solución uruguaya para un problema uruguayo
En Uruguay existen antecedentes de uso de herramientas de control biológico, es decir vacunas, para combatir a las garrapatas en el campo. Sin embargo, según cuenta Bianchi, nunca llegaron a los mínimos necesarios de efectividad como para haber sido consideradas válidas para el control del parásito. De acuerdo a Sanguinetti, coordinador académico de las carreras de Biotecnología de ORT y director del CBI+I, aquellas vacunas alcanzaban porcentajes de efectividad de entre el 30 % y el 40 %.
¿Cuál es la explicación para estos bajos niveles de eficacia? La respuesta está en el ADN de la garrapata, según indica el académico. Aquellas vacunas están desarrolladas en base a la genética de los parásitos presentes en los países productores de esas herramientas, por lo que si bien podían ser muy útiles en otras partes del mundo, no ocurría lo mismo en Uruguay por tratarse de una cepa de garrapata distinta, que reacciona diferente al compuesto que quiere combatirla.
Por eso es que desde ORT y el CBI+I, apoyados por La Buena Estrella y con financiamiento de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), se plantearon investigar el genoma de la garrapata uruguaya, para así dar con una vacuna eficaz. "Basados en esa genética fue que desarrollamos los antígenos. Eso hace que sean efectivos en Uruguay, porque tienen como blanco a las garrapatas autóctonas", indica Sanguinetti.
Una alternativa biotecnológica, innovadora e inocua
La investigación resultó en el desarrollo de una vacuna recombinante antiparasitaria. "Estamos combinando un trozo del genoma de la garrapata con el genoma de Echerichia coli, una bacteria que crece muy rápido y en grandes cantidades", explica el académico. "Lo que hacemos es ponerle información genética de la garrapata a esa bacteria y luego, purificamos las proteínas del parásito que están en las proteínas de la bacteria para así, con las proteínas de la garrapata, generar los antígenos que van en la formulación de la vacuna", agrega. En resumen, la bacteria funciona como una fábrica de proteínas de garrapata, que son las que permiten la creación de los antígenos.
De acuerdo a Sanguinetti, los ensayos de campo que se han estado haciendo, con el aval del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), han mostrado una eficacia que ronda el 70 %. "Es muy prometedor, no solo para la empresa, sino también para nosotros, e incluso para el ministerio, para el que pasó a ser una ansiedad. Es un producto que quieren que esté rápidamente en el mercado", dice.
Junto con los excelentes números, la nueva vacuna también supone una innovación y una solución para los efectos colaterales en el ambiente y en los mismos animales que estaban generando los productos químicos.
La academia y la industria: una sinergia necesaria y alentadora
Consultado sobre cuál cree que ha sido el principal aporte tanto de la universidad como del centro a este proyecto, Sanguinetti afirma que es aquello para lo que están formados: "para generar conocimiento nuevo aplicable a la solución de un problema". Tanto Sanguinetti y Betancor, como Erienne Jackson y Sebastián Rodríguez —quienes también forman parte de ORT y del CBI+I, y están detrás de este proyecto—, han puesto su conocimiento y experiencia al servicio de este trabajo. Pero también lo han hecho otros tantos estudiantes de las carreras de Biotecnología de la universidad que realizaron sus trabajos finales sobre distintas etapas de este desarrollo.
"Todos los modelos deberían hacerse de esta forma: la academia resolviendo problemas del mercado, con el apoyo de la industria y del Estado", opina Sanguinetti. "Aunque eso no quita que haya otros modelos súper necesarios que implican la necesidad de generación de conocimiento guiados por la curiosidad", agrega.
La gerente general de La Buena Estrella también afirma que la asociación entre las empresas y la academia es fundamental para el avance del país, ya que los desafíos que se presentan son cada vez más complejos. "Si bien no hablamos el mismo idioma, hemos logrado encontrar una vía de comunicación que permite que la coordinación sea sumamente fluida, exitosa y muy prometedora a la luz de los resultados que ya estamos teniendo", dice Bianchi.
Con la mira puesta en 2023
¿Y de ahora en más qué? Sanguinetti explica que ahora viene la etapa de producción y registro de la vacuna. En Uruguay hay pocas fábricas que tengan buenas prácticas de manufactura de proteínas recombinantes, por lo que se está negociando con una que sí estaría en condiciones de hacer los lotes de producción.
Posteriormente viene el registro, que se está trabajando con el MGAP. "Sería la primera vacuna recombinante que se registra en el ministerio y, por lo tanto, no hay un procedimiento estándar escrito", aclara. Por esto es que se espera que a comienzos de 2023 se pueda estar haciendo el ensayo clínico final, para poder lanzar la vacuna al mercado el año que viene.
La Buena Estrella, en tanto, apunta a, como primer objetivo, dar a conocer la potencia de esta nueva herramienta, para que los diferentes actores del mercado puedan incorporarla a su planificación de control integrado de parásitos. "Buscamos que pueda consolidarse como una alternativa complementaria, para que permita, junto a los tratamientos que actualmente están disponibles y a las decisiones de manejo del ganado, llegar a un mayor control de la garrapata. Sería, sin dudas, de total relevancia para el productor en su explotación productiva y comercial, pero también a nivel general como país", finaliza Bianchi.