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De sobrestimar a subestimar en 9 segundos, repeat

26/08/2025

El Ing. Eduardo Mangarelli, decano de la Facultad de Ingeniería, reflexiona en este artículo sobre los riesgos de sobrestimar o subestimar la Inteligencia Artificial Generativa y la importancia de calibrar expectativas para la toma de decisiones en educación, empleo y estrategia tecnológica.

inteligencia artificial generativa

Tesis y marco de referencia

Estos últimos meses, todas mis conferencias sobre Inteligencia Artificial Generativa (IAG) comienzan destacando lo que considero el riesgo más importante: la mala calibración de expectativas, que se expresa tanto en la sobrestimación como en la subestimación, ambos fenómenos derivados de nuestros sesgos cognitivos, y de un flujo interminable de información y noticias.

Sí, puede lucir como un absurdo o contradicción, pero en un mismo día es fácil que tengamos una conversación a la mañana sobre que “50 % de los empleos van a desaparecer”, al mediodía un comentario sobre que “95 % de los pilotos de GenAI son un fracaso”, a la tarde escuchar que “la IA pone en riesgo a la humanidad”, para finalmente, a la noche, escuchar que “la caída de 4 % de la acción de Nvidia confirma que la IA Generativa es una burbuja”. Y sí, todo esto en un mismo día: true story.

Esto puede verse como una expresión de la llamada “ley de Amara”: tendemos a sobrestimar el efecto de una tecnología en el corto plazo y a subestimar su efecto en el largo plazo.

Pero calibrar el equilibrio entre sobrestimar y subestimar va mucho más allá de entender la psicología del origen de la contradicción: ubicarnos correctamente entre ambos extremos se vuelve extremadamente importante para múltiples decisiones profesionales, laborales, de educación o estratégicas.

En este contexto, mi recomendación es siempre: antes de tomar cualquier decisión o realizar cualquier análisis, profundizar en el entendimiento de la tecnología en el contexto específico que estamos evaluando.

Esto implica cuestionar las afirmaciones categóricas, indagar más allá de los titulares poco rigurosos o sesgados y desarrollar una comprensión matizada de las capacidades reales, las limitaciones actuales, y su evolución en el corto y mediano plazo (cualquier ejercicio de intentar predecir el largo plazo no conduce a buenas decisiones). En este escenario de extremos, generar conocimiento con un nivel de profundidad suficiente se vuelve indispensable para mantener el equilibrio adecuado y evitar tanto el optimismo ingenuo como el pesimismo infundado.

Empleo en tecnología: titulares vs. ciclos macro

Como ejemplo de referencia, analicemos el escenario de los empleos en tecnología a través de eventos recientes.

En los últimos meses, Microsoft anunció el despido de 16.000 personas, ~4% de su organización, esto rápidamente se interpreta en los titulares como que es consecuencia de IAG sustituyendo empleos, y particularmente desarrolladores de software. Antes de saltar a conclusiones apresuradas, invitaría a hacer un análisis más riguroso: ¿es realmente un evento a consecuencia de la IAG?, ¿cuántos fueron los despidos en 2023 (IAG en etapas muy tempranas de desarrollo) y 2024? (como datos de referencia en 2022-2023, Google despidió ~13.000 personas (6 %) y META 21.000 (5 %) eventos en gran medida desconectados de IAG).

Sin embargo, aunque los despidos de estas empresas tienen una relación con la IAG, no es la obvia; no se trata (principalmente) de sistemas de IA sustituyendo tareas humanas sino de la necesidad de generar ahorros para acompañar la inversión masiva en centros de datos (datacenters) que permitan sostener la carrera como desarrolladores y proveedores de infraestructura de IAG. Distintas proyecciones sitúan el CapEx anual de Microsoft hasta ~USD 80 mil millones en centros de datos.

En la línea de los empleos, entender el fenómeno completo implica una mirada más amplia y estratégica (datos del mercado de Estados Unidos):

  • La abrupta bajada de tasas de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) en 2020, motivó un masivo flujo de inversión hacia empresas tecnológicas (la inversión en startups pasó de USD 61 mil millones en Q1‑2020 a USD 181 mil millones en Q4‑2021 (×3) y, como consecuencia, la creación de empleos acompañó esa expansión, multiplicándose las ofertas laborales en tecnología.
  • En 2022, con el incremento de la inflación en Estados Unidos., la Fed comenzó a subir las tasas, revirtiendo la situación previa; como referencia, la inversión en empresas tecnológicas y startups volvió a niveles de Q1‑2020, con el consecuente impacto en empleos. Este proceso continuó hasta 2024, donde el mercado laboral tecnológico tuvo un descenso de 0,1 %, ~5.000, puestos respecto de 2023.

Según Computing Technology Industry Association (CompTIA), la proyección para 2025 es de reversión de dicha tendencia, con un crecimiento proyectado de 2.5 %, 240.000 nuevos puestos. Desglosado por categoría de tareas, el crecimiento es: Data Science, Data Analysts, Database, Machine Learning: 4.0 %, Software Development, Programmers, Web, QA, AI: 3.8 %, Cybersecurity, Systems Analysts, IT Project Mgt: 2.7 %.

Lo descrito anteriormente representa un escenario de sobrestimación del rol de la IAG en el mercado laboral, y cómo tener una mirada amplia, crítica y estratégica de los hechos puede llevarnos a mejores conclusiones y, en consecuencia, mejores decisiones.

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Adopción empresarial: el “95 %” en contexto

En la línea de la subestimación, la semana pasada se publicó el reporte atribuido al MIT (NANDA), “The GenAI Divide: State of AI in Business 2025” (título ambicioso para el alcance real), basado en 150 entrevistas y 350 encuestas. El informe presenta afirmaciones llamativas tales como el 95 % de organizaciones tiene retorno cero en IA y solo el 5 % llega a producción, pero estas cifras se basan en metodologías débiles, con una muestra pequeña y sesgada de apenas 52 organizaciones, definiciones inconsistentes de "éxito" y una ventana de medición de ROI de solo seis meses que impide sacar conclusiones sólidas.

Este reporte podría ser simplemente una pieza de referencia; sin embargo, su publicación coincidió con una baja en las acciones tecnológicas —particularmente las vinculadas a IAG (ej. NVDA −4%)— y se leyó como causalidad: “95 % de los proyectos fracasan”, “la burbuja de IA se desinfla”, “las acciones se desploman”. Días después, un comentario de la Fed sobre la eventual reducción de tasas hizo que gran parte de esas acciones recuperaran niveles previos, sugiriendo que la relación con el “reporte del 95%” no era determinante en absoluto. De nuevo, subestimar o sobrestimar por confundir correlación con causalidad lleva a conclusiones erróneas.

Salud: avances reales, límites claros

Tomemos ahora como referencia un ejemplo en el escenario médico: la evaluación de IAG en razonamiento clínico multimodal utilizando benchmarks estandarizados. El paper "Capabilities of GPT-5 on Multimodal Medical Reasoning" documenta una evolución significativa en estos benchmarks, donde los sistemas incluso superan el desempeño de expertos humanos.

¿Significa esto que los médicos pueden ser sustituidos? Absolutamente no, eso sería sobrestimar. No obstante, ignorar este avance sería subestimar las transformaciones reales que ya están ocurriendo. Un sistema de IAG, bien integrado en la práctica médica puede implicar mejoras operativas concretas: por ejemplo, podría reducir una consulta en hasta 30 % en tiempo al asistir al médico en el proceso de diagnóstico, permitiría atender más pacientes en un mismo tiempo, a la vez que podría incrementar la precisión en casos complejos.

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Desarrollo de software: productividad en contexto

Personalmente, considero que una de las sobrestimaciones más peligrosas es afirmar que la IAG sustituirá completamente a los programadores. Esta interpretación errónea puede conducir a tomar decisiones contraproducentes, como abandonar el aprendizaje de programación o desestimar la importancia de desarrollar habilidades técnicas fundamentales.

La realidad es más compleja: la IAG está transformando cómo programamos, automatizando tareas repetitivas y acelerando el desarrollo; las habilidades de programación, lejos de quedar obsoletas, se vuelven aún más valiosas e indispensables, ya que entender los fundamentos se vuelve crucial para dirigir, validar y optimizar el trabajo de estos sistemas.

Desde el rol de profesionales de tecnología, hoy contamos con herramientas que hace apenas dos años no existían: desde Cursor o GitHub Copilot, Claude Code o Codex-1, hasta Lovable o Replit, cada una con sus características, escenarios de uso y limitaciones. Esta proliferación de herramientas no representa meramente una expansión cuantitativa del toolkit disponible, sino una transformación cualitativa en la naturaleza misma del trabajo de desarrollo. Las capacidades específicas de cada herramienta están redefiniendo la distribución de tiempo y esfuerzo cognitivo en proyectos tecnológicos.

El artículo “Measuring AI Ability to Complete Long Tasks” (versión actualizada Ago-2025), evalúa el tiempo que tarda un humano competente en hacer las mismas tareas que un sistema de IAG logra completar con un 80% de éxito: 26 minutos; y que el sistema de IAG resuelve en segundos. Dicho de otro modo, un modelo de IAG puede sustituir ciertas tareas específicas de duración acotada con una tasa de acierto significativa.

Este y otros estudios destacan oportunidades de productividad en tareas asociadas al desarrollo de software: productividad real pero condicionada por el contexto, conocimientos y procesos.

Si analizamos ahora las conclusiones del artículo "Measuring the Impact of Early-2025 AI on Experienced Open-Source Developer Productivity", encontramos un contraste interesante con las expectativas generalizadas sobre el impacto de la IAG en el desarrollo de software. Este estudio controlado aleatorizado, que evaluó a 16 desarrolladores experimentados completando 246 tareas en repositorios maduros, reveló que el uso de herramientas de IAG como Cursor y Claude Sonnet aumentó el tiempo de finalización en 19 % (pérdida de productividad), contradiciendo tanto las predicciones de los propios desarrolladores (que esperaban una reducción del 20-24 %) como las de expertos en Machine Learning (que proyectaban recortes del 38-39 %). Este resultado empírico desafía directamente la narrativa predominante de que la IAG necesariamente acelera la tarea de desarrollo de software.

Múltiples factores explican este resultado contraintuitivo, pero quizás el más relevante es que la productividad y mejora de eficiencia con herramientas de IAG solo se materializa cuando los expertos poseen fundamentos sólidos para dirigir, evaluar y corregir eficazmente el trabajo de estos sistemas. Sin esta base de conocimiento, la IAG puede derivar en una distracción costosa: el desarrollador invierte tiempo extra verificando código que no comprende completamente, corrigiendo errores sutiles que no detecta inmediatamente, o siguiendo sugerencias que parecen plausibles, pero son subóptimas para el contexto específico del proyecto. Estos conocimientos necesarios abarcan desde habilidades fundamentales como programación, algoritmos, bases de datos y arquitectura de software, hasta conocimientos específicos sobre cómo operan los sistemas de IAG, cuáles son sus fortalezas, sus limitaciones, sus características y en qué contextos tienden a fallar.

Un segundo factor determinante para la productividad es la adaptación de los procesos de trabajo. Las herramientas de IAG requieren metodologías específicas que difieren significativamente de los flujos de trabajo tradicionales: desde técnicas de prompt engineering y gestión de contexto, hasta nuevos protocolos de revisión de código generado automáticamente y procesos de validación iterativa. Los equipos que intentan usar estas herramientas sin modificar sus procesos existentes, introducen errores, bubles de retrabajo y fricciones innecesarias, mientras que aquellos que rediseñan sus flujos de trabajo para aprovechar las fortalezas específicas de la IAG logran mejoras sustanciales en productividad.

El estudio “Measuring the Impact…” ilustra cómo tanto la sobrestimación como la subestimación conducen a errores: ni la IAG es la panacea que instantáneamente multiplica la productividad, ni debemos ignorar que su integración en flujos complejos puede tener efectos inesperados que requieren comprensión profunda.

Inteligencia Artificial Generativa

La realidad compleja de la productividad con IAG

Otros estudios de Google, BIS y McKinsey documentan aceleraciones del 20-55 % en tareas individuales de codificación, la productividad neta organizacional revela una historia más matizada. El aumento del 91% en tiempos de revisión de código, pull requests 154 % más grandes, y un incremento del 9 % en bugs post-generación erosionan las ganancias brutas. Google reporta que aunque el 30 % de su nuevo código es generado por IA, la velocidad de ingeniería solo aumentó un 10 %, evidenciando cómo los cuellos de botella absorben los beneficios iniciales.

La distribución de beneficios tampoco es uniforme: desarrolladores junior experimentan mejoras del 35-39% actuando la IAG como mentor virtual, mientras que seniors enfrentan descensos del 19 % debido al trabajo extra de verificación en tareas complejas. Para capturar el verdadero potencial, los equipos requieren automatización de revisiones y reconocimiento de que la transformación productiva real equilibra velocidad de generación con sostenibilidad del código resultante.

A modo de ejemplo, es posible crear una aplicación funcional para un sistema de reserva de entradas a un espectáculo utilizando Lovable en unas pocas horas y obtener un resultado extraordinario; sin embargo, creer que la misma productividad y efectividad es extrapolable a sistemas complejos, ya sean nuevos o existentes, con miles de líneas de código, múltiples integraciones y arquitecturas empresariales maduras es un error de escala y naturaleza.

La IAG tiende a rendir mejor en proyectos bien definidos y de alcance limitado, pero enfrenta límites en la complejidad propia de sistemas empresariales, donde cada decisión arquitectónica tiene implicaciones de largo plazo no siempre evidentes. La diferencia no es solo de tamaño, sino de naturaleza: mientras que en proyectos simples la IAG puede generar soluciones completas y funcionales, en sistemas complejos requiere contexto y razonamiento arquitectónico que siguen siendo desafiantes.

Implicancias para talento y educación

Si asumimos que la IAG será una característica ubicua en aplicaciones y dispositivos (desde 2022 hago la analogía de que será como el corrector ortográfico, presente en cada interacción con texto), entonces la multiplicidad de sistemas, integraciones y casos de uso expandirá exponencialmente la demanda de profesionales especializados. Esta presencia generalizada requerirá una considerable cantidad de profesionales en programación, construcción de sistemas inteligentes, arquitectura de datos para modelos de lenguaje, ciberseguridad orientada a inteligencia artificial, ética algorítmica aplicada, diseño de experiencias usuario-IA y especialistas en la integración de ecosistemas híbridos que incluyan tanto sistemas de IAG como infraestructura tradicional.

Es más, la historia nos muestra cómo el pasaje de las tarjetas perforadas a lenguaje ensamblador, y posteriormente a lenguajes de alto nivel como COBOL, C++, Java o C#, cada nueva generación y nivel de abstracción incrementó y diversificó la necesidad de expertos, así como la demanda y expectativas por la introducción de tecnología y sistemas computacionales en distintos ámbitos.

Simultáneamente, emergen roles completamente nuevos: ingenieros de contexto y optimización de prompts, arquitectos de agentes especializados en diseño y orquestación de sistemas multi-agente, diseñadores de flujos de trabajo humano-IA, ingenieros de evaluación (Evals) responsables de medir y validar el desempeño de modelos en producción, especialistas en ciberseguridad de IAG que protejan contra vulnerabilidades emergentes, auditores de aplicabilidad y sesgo algorítmico, y diseñadores de experiencias multimodales que creen interfaces naturales entre humanos y sistemas inteligentes.

Conectando conocimientos, habilidades y sistemas de impacto real en áreas tan relevantes como la salud humana, el artículo "Sequential Diagnosis with Language Models" describe el desarrollo del MAI Diagnostic Orchestrator (MAI-DxO), un sistema que alcanza 80 % de precisión diagnóstica superando cuatro veces el promedio de médicos generalistas, y es un buen ejemplo de cómo un "sistema inteligente" es consecuencia de una arquitectura mucho más compleja que solo un Large Language Model. El MAI-DxO funciona como un orquestador que simula un panel de médicos y selecciona estratégicamente pruebas de alto valor, demostrando que los sistemas de IA más efectivos dependen de la integración inteligente de múltiples componentes especializados, no únicamente de la capacidad de un modelo de IAG.

Evolución del empleo y habilidades

En el sector de tecnologías de la información, esta transformación del panorama laboral se refleja en datos específicos que requieren análisis cuidadoso. Si bien la tasa de desempleo para recientes graduados universitarios en US alcanzó el 5.8%, representando un incremento vs 2.25% en 2021, atribuir este fenómeno a la IAG constituiría precisamente el tipo de sobrestimación que debemos evitar, cuando factores macroeconómicos como las políticas de tasas de interés de la Fed y la normalización post-pandémica han tenido impactos documentados en el mercado laboral general.

De hecho, los datos más recientes de CompTIA muestran una realidad contrastante: en junio de 2025, el desempleo en ocupaciones tecnológicas cayó por debajo del 3% (2.8%), con la incorporación neta de 90.000 nuevos trabajadores en el mes, manteniéndose consistentemente por debajo de la tasa nacional de desempleo.

Particularmente revelador es el crecimiento del 153 % en ofertas laborales que requieren competencias en IAG comparado con el mismo período de 2024, señalando que la IAG está creando demanda de profesionales capacitados en lugar de eliminar empleos. El hecho de que el 47 % de las 455.341 ofertas laborales activas fueran nuevas posiciones añadidas en un solo mes, con demanda concentrada en desarrollo de software, ingeniería de sistemas, ciberseguridad y arquitectura de redes, ilustra un mercado laboral robusto que requiere tanto fundamentos técnicos sólidos como nuevas competencias en IA, contradiciendo las proyecciones pesimistas y confirmando que estamos ante una expansión del campo profesional, no su contracción.

Los profesionales en tecnologías de la información deben desarrollar un perfil híbrido que combine fundamentos técnicos sólidos con competencias emergentes específicas para la era de la IAG.

Sobre la base de excelentes conocimientos en ingeniería de software, ciencias de la computación y arquitectura de sistemas, necesitan dominar competencias especializadas en diseño de pipelines de datos para modelos de lenguaje, arquitectura de APIs robustas para integración de múltiples modelos, técnicas avanzadas de evaluación y benchmarking de sistemas de IA, metodologías para detectar y mitigar sesgos algorítmicos, y gestión de infraestructura escalable para cargas de trabajo de IA. Fundamentalmente, deben desarrollar la capacidad crítica de discernimiento para determinar cuándo, cómo y por qué aplicar IAG en contextos específicos, evitando tanto la subutilización de oportunidades genuinas como implementaciones innecesarias que añaden complejidad sin valor.

 

Evolución y empleo

Impacto y responsabilidad

Las múltiples conversaciones que se desarrollan hoy en distintos ámbitos y foros sobre la IAG y su impacto en las personas, el empleo, la economía y las empresas, requieren un llamado a la responsabilidad: entender realmente una tecnología y su impacto demanda desarrollar una comprensión integral de sus capacidades y limitaciones. Esto significa identificar con precisión cuándo es genuinamente efectiva, reconocer dónde y cuándo falla, y comprender las razones fundamentales detrás de esas fallas. Es igualmente importante identificar sus limitaciones actuales y evaluar qué tan cerca podemos estar de superarlas o no.

Esta comprensión profunda distingue a quienes pueden aprovechar efectivamente una tecnología de quienes simplemente la utilizan sin dirección estratégica, y es particularmente crucial con la IAG, donde la brecha entre expectativas y realidad puede generar decisiones costosas tanto por exceso como por defecto de confianza.

Esta responsabilidad se extiende especialmente al ámbito educativo y a la formación de profesionales en tecnologías de la información. La narrativa alarmista que sugiere que "la IA sustituirá a los programadores" está disuadiendo a jóvenes talentosos de estudiar carreras en TI precisamente cuando la demanda de profesionales capacitados para diseñar, implementar y gestionar sistemas con IAG está experimentando un crecimiento exponencial. Paradójicamente, el miedo a ser reemplazados por la tecnología está alejando a estudiantes de las disciplinas que más necesitarán profesionales para hacer que esa misma tecnología sea útil, segura y efectiva.

Alcance geográfico y relevancia regional de los datos

Los datos de empleo y productividad tecnológica presentados en este análisis se centran predominantemente en el mercado estadounidense, una decisión metodológica que responde tanto a consideraciones de rigor empírico como de relevancia estratégica para el contexto latinoamericano. Estados Unidos ofrece la base de datos más completa, actualizada y metodológicamente consistente sobre el impacto de la IAG en mercados laborales tecnológicos, con organizaciones como CompTIA, BLS y diversas empresas tecnológicas proporcionando métricas granulares que permiten análisis longitudinales confiables. Simultáneamente, esta concentración geográfica no limita la aplicabilidad de nuestras conclusiones: el estrecho vínculo entre los ecosistemas tecnológicos de Latinoamérica y Estados Unidos, particularmente evidente en países como Uruguay con su sector de servicios de software globalizado, convierte las tendencias estadounidenses en un proxy altamente predictivo para la región.

Esta correlación se ve confirmada por datos locales recientes del Monitor Laboral uruguayo desarrollado por Advice, que muestran una recuperación robusta del sector tecnológico con un crecimiento interanual del 38.1 % en oportunidades de empleo durante el primer semestre de 2025, posicionando a las TI como el segundo grupo generador de empleo nacional.

Significativamente, este crecimiento no se limita a áreas emergentes como Ciencia de Datos e Inteligencia Artificial, sino que abarca también la reactivación de sectores "tradicionales" como Infraestructura, Sistemas y Desarrollo de Software, reflejando un patrón similar al observado en Estados Unidos donde la demanda de profesionales capacitados para integrar IAG en sistemas existentes impulsa la creación de empleo en lugar de eliminarlo. Esta sincronización entre mercados confirma que las tendencias documentadas en el ecosistema tecnológico estadounidense constituyen indicadores predictivos válidos para la evolución del sector en la región.

Deuda tecnológica: la oportunidad oculta de la IAG

Todas las empresas, repito, todas las empresas tienen una cargada deuda tecnológica: sistemas que podrían ser más eficientes, funcionalidades faltantes, integraciones subóptimas, código heredado que requiere modernización, procesos manuales susceptibles de automatización, y arquitecturas que no escalan adecuadamente con el crecimiento organizacional. Esta realidad omnipresente representa una oportunidad sin precedentes para profesionales y equipos capacitados en IAG, quienes pueden abordar sistemáticamente estos déficits utilizando herramientas que aceleran tanto la identificación como la resolución de problemas técnicos acumulados.

Desde la refactorización automática de código legacy hasta la generación de documentación faltante, desde la optimización de consultas de base de datos hasta la creación de APIs modernas para sistemas monolíticos, desde respuesta rápida al requerimiento de nuevas funcionalidades, hasta la generación de nuevas experiencias para nuestros clientes, la IAG permite a equipos especializados atacar la deuda tecnológica con una velocidad y escala previamente inalcanzables.

Sin embargo, capitalizar esta oportunidad requiere profesionales y equipos que combinen comprensión profunda de arquitecturas empresariales con dominio de herramientas de IAG específicas, capaces de discernir cuándo la automatización añade valor genuino versus cuándo introduce complejidad innecesaria, transformando pasivos tecnológicos en ventajas competitivas sostenibles.

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Más allá del software

El impacto transformador de la IAG trasciende ampliamente el desarrollo de software, penetrando sectores tradicionalmente considerados inmunes a la automatización tecnológica. Esta es solamente una lista de referencia, ya que el alcance real abarca prácticamente todas las disciplinas profesionales con intensidades y modalidades variables.

En medicina, los profesionales deben dominar nuevas herramientas de diagnóstico asistido y análisis de imágenes médicas que aceleran la detección temprana, pero exigen criterio clínico refinado para interpretar resultados.

El diseño gráfico experimenta una revolución donde la conceptualización y dirección creativa cobran mayor relevancia mientras las tareas de producción se automatizan, requiriendo que los diseñadores desarrollen habilidades curatoriales y de prompt engineering. La creación de contenidos audiovisuales democratiza la producción de alta calidad, pero demanda nuevas competencias en storytelling y postproducción.

En arquitectura, las herramientas generativas transforman radicalmente el proceso de diseño desde la conceptualización hasta la documentación técnica. La IAG acelera la exploración de conceptos visuales y automatiza análisis de rendimiento energético, optimización de espacios y generación de variaciones paramétricas que anteriormente requerían semanas de trabajo manual.

Sin embargo, esta democratización de capacidades técnicas intensifica paradójicamente la demanda de criterio profesional: los arquitectos deben ahora dominar tanto las metodologías para dirigir estas herramientas como desarrollar una comprensión más profunda de sostenibilidad, normativas constructivas y viabilidad económica para evaluar y refinar miles de opciones generadas automáticamente. La verdadera diferenciación profesional se desplaza desde la habilidad técnica de dibujar o modelar hacia la capacidad de conceptualizar espacios que respondan a necesidades humanas complejas, integrar consideraciones ambientales y sociales, y navegar procesos regulatorios que ningún sistema de IAG puede comprender completamente.

Áreas tan especializadas como el diseño de proteínas experimentan avances significativos donde la IAG predice estructuras tridimensionales complejas, acelerando el desarrollo de fármacos y terapias, pero requiriendo que los biotecnólogos y bioinformáticos integren conocimiento computacional avanzado con expertise molecular tradicional. Incluso sectores como la consultoría legal enfrentan automatización en investigación jurisprudencial y redacción de documentos, obligando a los abogados a especializarse en análisis estratégico y negociación compleja.

Esta transversal transformación sectorial evidencia que la adaptación profesional no es opcional sino imperativa, requiriendo programas de formación continua que equilibren aprovechamiento tecnológico con desarrollo de competencias distintivamente humanas.

El momento para los emprendedores

Para emprendedores tecnológicos, la IAG democratiza capacidades previamente reservadas a equipos grandes y presupuestos considerables. Un pequeño equipo puede ahora desarrollar prototipos funcionales en una tarde cuando anteriormente requería seis ingenieros y tres meses, habilitando un ritmo de iteración sin precedentes: construir un prototipo en un día, obtener feedback esa noche, y tener la siguiente versión funcionando a la mañana siguiente. La reducción exponencial del costo de pruebas de concepto transforma la innovación en un mecanismo de "falla rápido, pero aprende mucho" donde construir 20 prototipos y descartar 18 se vuelve económicamente viable para identificar los dos con potencial real.

Sin embargo, la verdadera diferenciación no radica en simplemente usar IAG, sino en identificar aplicaciones específicas donde resuelve problemas reales de mercado con superior eficiencia, combinando visión estratégica con ejecución técnica para crear valor sostenible en sectores donde la IAG genera diferenciación genuina y no solamente mera automatización superficial.

emprendedores

Cierre y conclusiones

La paradoja fundamental de la IAG es que, para aprovecharla efectivamente, necesitamos más expertise humano, no menos. Cada caso analizado, desde los despidos en TI hasta la productividad en desarrollo de software, desde los avances en diagnóstico médico hasta las oportunidades para emprendedores, confirma el mismo patrón: los sistemas de IAG más poderosos amplifican el conocimiento y criterio humano cuando se aplican con comprensión profunda, pero se convierten en distracciones costosas cuando se implementan superficialmente.

Los desarrolladores que vieron reducida su productividad con herramientas de IAG no fallaron por limitaciones tecnológicas, sino por carecer de metodologías específicas para dirigir estos sistemas. Los médicos que superan benchmarks con IAG lo logran integrando inteligentemente estas herramientas en procesos clínicos que requieren años de formación para dominar. Las empresas que fracasan en sus pilotos intentan aplicar tecnología sofisticada sin desarrollar la comprensión operacional necesaria para extraer valor sostenible.

Esta realidad invierte la narrativa dominante sobre automatización. Donde tradicionalmente esperábamos que la tecnología redujera la necesidad de especialización humana, la IAG la intensifica. Requiere profesionales que dominen tanto sus campos técnicos como las complejidades de dirigir sistemas inteligentes. Demanda arquitectos que combinen visión de negocio con comprensión profunda de limitaciones algorítmicas. Exige emprendedores que distingan entre automatización valiosa y sofisticación tecnológica sin propósito.

Las implicaciones son claras: las ganancias de productividad son genuinas pero contextuales, los cambios laborales son sustanciales, pero no sustitutivos, y las oportunidades abundan para quienes desarrollen competencias específicas.

Para organizaciones, esto significa invertir en capacitación técnica profunda antes que, en despliegues masivos, desarrollar procesos adaptativos que integren IAG sin comprometer calidad, y mantener expectativas calibradas sobre retornos de inversión.

Para profesionales, implica desarrollar competencias híbridas que combinen fundamentos técnicos sólidos con habilidades específicas de IAG, desde prompt engineering hasta arquitectura de sistemas multiagente.

Para instituciones educativas, requiere diseñar currículos para un futuro donde la IAG es omnipresente pero no autónoma, donde el razonamiento crítico y la comprensión profunda se vuelven más valiosos, no obsoletos.

La responsabilidad final recae en cada actor del ecosistema tecnológico: desarrollar la capacidad de discernimiento y sentido crítico necesario para navegar entre el optimismo ingenuo y el pesimismo infundado. La verdadera oportunidad de la IAG no reside en remplazar el conocimiento humano, sino en amplificar su impacto cuando se aplica con comprensión, estrategia y propósito.

En un contexto donde la demanda de profesionales capacitados para diseñar, implementar y gestionar sistemas con IAG crece exponencialmente, esta narrativa equilibrada no es solo técnicamente correcta: es estratégicamente indispensable para el futuro del trabajo de conocimiento. La calibración inteligente de expectativas se convierte así en la competencia más valiosa de la era de la Inteligencia Artificial Generativa.

Disclaimer

Reconozco que mi perspectiva puede estar influenciada por mi rol como Ingeniero de Sistemas y Decano de una Facultad de Ingeniería. Sin embargo, esta visión también se fundamenta en mi experiencia liderando organizaciones técnicas y de innovación a nivel global, habiendo atravesado múltiples ciclos de transformación tecnológica y las distintas olas de evolución de IA y ML. Mi objetivo es mantener una comprensión rigurosa de la tecnología, pero especialmente de su impacto real en las personas, los procesos y las organizaciones.

Nota: se utilizaron GPT-5 Thinking y Claude Sonnet 4 para corrección de estilo y validación de consistencia textual.
Referencias

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