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Los primeros fabricantes de impresoras 3D de bajo costo en Uruguay

24/07/2014
El graduado de la carrera de Ingeniería en Sistemas, Alejandro Lozdziejski, creó una impresora 3D de bajo costo, y busca que su proyecto llegue a todos los hogares, escuelas y universidades no solo del país sino de Latinoamérica.

La historia comenzó cuando Lozdziejski, estudiando en California, compró un kit para armar una impresora y se enamoró del proyecto. Una vez en Uruguay comenzó a desarrollarlo.

Entre sus ideas estaba que la impresora fuera simple, accesible y masiva. Con la ayuda de cuatro compañeros armó el modelo que quería y que ya comercializa en toda América Latina.

-¿Cómo surgió la idea de crear una impresora 3D?
La idea empezó en California, yo estaba estudiando y me compré un kit para armar una impresora, la armé, me encantó y quise seguir haciéndolo. Me puse a estudiar para realizar mi propio modelo. Me acerqué a un francés, experto en esta tecnología, que estaba desarrollando un modelo muy simple, y me pareció ideal para trabajarlo en un futuro. Después me contacté  con unos amigos que estaban estudiando en la Universidad de Stanford (Estados Unidos) y me ayudaron con el plan de negocios y con los contactos en Montevideo.

-¿Ustedes son los primeros fabricantes en Uruguay de este modelo?
Sí, somos los primeros fabricantes, hay importadas pero el valor es otro.

- ¿La de ustedes qué precio tiene?
El kit, que tiene todo lo necesario para armarla, vale 600 dólares; armada, 700 y después está la opción de comprar la impresora y hacer un taller de armado por 800 dólares. En cambio, las importadas están en el rango de los 3.000.

-¿Por qué la diferencia de precio?
La nuestra es un modelo minimalista, simple. Las otras impresoras tienen muchas piezas que sirven solo para ocultar el funcionamiento y para que tengan la estética de un producto caro. Nosotros no queremos que nuestra impresora tenga secretos, nos interesa que la gente la vea tal cual es y entienda su funcionamiento. Además, queremos que sea masiva y en Uruguay no podés vender una impresora a 2.000 dólares y pretender que sea masiva.

-¿Cuál es la materia prima?
El material que utiliza esta impresora es PLA (ácido poliláctico), un plástico biodegradable hecho a partir de materiales vegetales, como el maíz o la caña de azúcar. Nosotros lo traemos de China pero en Uruguay se consigue y sale 50 dólares el kilo y rinde para imprimir 400 piezas de ajedrez. Estamos explorando la posibilidad de usar otros materiales pero por ahora está en una etapa de investigación.

-¿Cuáles son las características que presenta este modelo?
Primero que se puede autoreplicar, esto quiere decir que todas sus piezas de plástico son imprimibles. Es fácil de clonar, de compartir y cualquier persona con paciencia y un destornillador la puede armar. Otra característica es que es de código abierto, es decir que los modelos están disponibles para que los bajes, lo modifiques y hagas otras ramas nuevas. La idea que todo lo que inventes lo compartas con la comunidad, no te lo podés quedar para vos.

- ¿Cómo es el funcionamiento?
Lo primero que hace es nivelar la superficie, si la superficie está torcida corrige el ángulo. Luego va derritiendo el plástico y va armando el objeto por capas. Nosotros le agregamos un pequeño ventilador para que vaya enfriando las capas y esto permite que la pieza quede mejor.

- ¿Cuál es el tamaño máximo de impresión?
Es de 15 por 15 por 15 centímetros. Se pueden imprimir cosas más grandes con piezas encastrables.

-¿Ya han vendido alguna? ¿Quiénes son sus clientes?
Sí, vendimos 30 máquinas, cinco de este último modelo. Nos compraron el Instituto Crandon, el Plan Ceibal, la Facultad de Arquitectura y la firma Danston, que va a inaugurar un cibercafé 3D.

- ¿Cuál es el uso que una persona común y corriente le puede dar?
Puede hacer de todo, tu imaginación es el límite. Lo más popular son las tazas, que se pueden personalizar y darle la forma que quieras. También se puede hacer un escaneo con un Kinect e imprimir estatuillas de las personas escaneadas.

-¿Cómo crees que va a ser el futuro con la impresión 3D?
El futuro es que todo el mundo va a tener una en su casa y que la gente no va a tener que comprar productos plásticos sino que los va a imprimir. Los productos se van a fabricar localmente y las personas van a pasar de consumidoras a creadoras.

 Tanto a Lozdziejski como a Jan Szolno, uno de sus compañeros en este proyecto, no les interesa vender una o dos máquinas, sino que desean "colmar el mercado y ser los más grandes de Sudamérica”.

Para lograrlo, invierten todo el tiempo que pueden y buena parte de sus sueldos. “Venimos después del trabajo y nos pasamos horas, además de dedicarle todo el fin de semana. Nosotros lo hacemos a pulmón, invertimos todo nuestro sueldo ya que no tenemos financiación, pero creemos que va a ser una revolución”.



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