Sandra Lev Asaravicius fue una Licenciada en Bioquímica que cuando había comenzado una Maestría en Biotecnología debió interrumpir las clases debido a problemas de salud.
Como apasionada por la ciencia que fue, tras su fallecimiento en 2015, su familia quiso homenajearla de la manera que creyó que más la representaba. Así fue que su padre, Monis Lev; su madre, Diana Asaravicius; y su marido, Eli Aljanati, se contactaron con la Universidad ORT Uruguay y crearon, en su memoria, la beca Lic. Sandra Lev Asaravicius para la carrera de Ingeniería en Biotecnología.
Esta beca se otorgó entre 2016 y 2019 basada en dos pautas fundamentales. En primer lugar, que fuera para estudiantes del interior. De esa forma podría ayudar a esos jóvenes, lejos de sus entornos y familias, a asentarse en la capital del país. Por otra parte, fue una beca pensada para quienes demostraran una fuerte vocación por la biotecnología, igual que Sandra.
En ese sentido, los estudiantes que se han visto beneficiados por la beca son Mathías Meyer (de Paysandú), Elisa Vanoli (de Melo, Cerro Largo) y Gastón Bonilla (de Maldonado). Todos mantuvieron, desde el principio, contacto con la familia de Sandra y sienten esa gratificante responsabilidad de llevar su legado.
Precisamente, Monis Lev, contó en la siguiente entrevista sobre el vínculo que ha mantenido con los estudiantes y la importancia que tiene para él que una beca asociada a la ciencia lleve el nombre de su hija.
¿Cómo surgió la idea de homenajear a Sandra a partir de una beca en ORT?
Mi hija estudió Biotecnología en la Universidad de la República. Ella tenía una gran vocación, pero problemas de salud le impidieron seguir evolucionando en la carrera y, lamentablemente, falleció en 2015.
Al fallecer ella, yo quise hacer algo que de alguna forma la honrara y, a la vez, le fuera útil a otras personas vinculadas a lo que para ella era muy importante. Por eso pensé en una beca de biotecnología y en ORT, porque es una institución que yo valoro mucho desde siempre.
Cuando le comenté a mi esposa que quería hacer algo por la memoria de Sandra, estuvo de acuerdo y me acompañó desde un primer momento. Sin dudas que resultó removedor, porque por más que uno lo quiera hacer desde el mayor afecto, es difícil por el hecho de que ella ya no está con nosotros. Nuestro hijo y el resto de la familia también apoyaron desde el principio.
Me comuniqué con la universidad y recibieron la propuesta muy bien. Desde ahí en adelante comenzamos con el proyecto.
¿Cómo es su relación con los estudiantes becados y con sus familias?
Desde un principio me vinculé con ellos. A mí me importaba que fueran chicos del interior y que tuvieran una fuerte vocación. Fueron las únicas dos premisas que pedimos a la universidad para la selección.
Recuerdo una carta hermosa y muy emotiva que nos hizo llegar la mamá de Mathías, el primero de los muchachos. Fue algo que realmente a uno le justificó asumir este compromiso. Otro día quedé con Mathías y lo llevé a jugar al fútbol. Ahí pudimos compartir un buen rato.
En el caso de las familias de Elisa y Gastón, estuvieron en las ceremonias de entrega de la beca y allí las conocimos. Siempre se manifestaron entusiasmados y agradecidos con nosotros por el apoyo brindado.
Hemos valorado mucho eso, porque consideramos fundamental para los estudiantes que más allá del apoyo que les podemos proporcionar nosotros y la universidad, el apoyo de sus familias siempre es necesario. En los tres casos han apoyado mucho.
¿Están al tanto del progreso de los estudiantes en la carrera?
Sí, por supuesto. Cada tanto les escribimos a los chicos, les preguntamos cómo andan en la carrera, pero también me comunico con Enrique Remuñán (director de Servicios Estudiantiles) para ver si la universidad está conforme con el desempeño de ellos.
¿Cómo se siente usted al saber que año a año le brinda la posibilidad de estudiar una carrera terciaria a jóvenes uruguayos que comparten vocación con Sandra?
Me siento bien. Siento que, de alguna forma, mi hija ha trascendido más allá de los espacios de su vida, dentro de algo que para ella era muy importante. A veces, cuando paso por el laboratorio de ORT, la imagino a ella trabajando con sus compañeros y haciendo lo que amaba.
Creo que si Sandra estuviera con nosotros vería esto con muy buenos ojos. Y qué mayor motivo puede tener un padre —incluso en la lamentable situación en la que nos tocó vivir— que honrar a sus hijos.
¿Cómo ve el avance de la biotecnología a lo largo del tiempo?
Creo, sin dudas, que con este salto que se generó a través del coronavirus, lo que han aportado los científicos del Uruguay nos pone en una posición muy honrosa. Reivindica la profesión. A partir del buen control que ha tenido la enfermedad en el país, los científicos uruguayos han posicionado a la profesión en un lugar honorable y eso es algo que rescato dentro de esta lamentable situación que nos ha hecho vivir la pandemia.